Resumen.
“CLAVES PARA LA SELECCIÓN DE
LIBROS INFANTILES Y JUVENILES”
Cecilia Bajour y Marcela Carranza
La selección de
textos y la teoría
Mediación entre textos y
lectores: la selección de los libros. Esta mediación involucra problemas sobre
la lectura, los lectores y la literatura infantil y juvenil.
Se habla de representaciones,
teorías y problemas.
La intención es no hablar de
“criterios de selección” ya que muchas veces la idea de “criterio” se confunde
con la de “receta” o “fórmula”, como si hubiera una batería única de conceptos
o razones para tener en cuenta a la hora de elegir textos literarios.
Si bien existen teorías para el
despliegue de lecturas más ricas de los textos, se trata de herramientas
flexibles que pueden entrar en diálogo con la lectura teniendo en cuenta la
soberanía y libertad de los lectores, que a su vez siempre están poniendo en
juego o construyendo hipótesis cuando leen. En principio, están los mediadores
como lectores que eligen a partir de su propia historia, conocimiento y experiencia.
Desde esta perspectiva, cuanto
más se conozca, problematice y explore acerca de las teorías sobre los textos y
la lectura, más libertad se tendrá para no quedar a merced de recetas,
encorsetamientos, grillas, etc., a la hora de elegir.
La relación entre
selección y canon
Los conceptos de canon y de
selección están íntimamente relacionados. Todo canon en principio supone un
proceso de elección y una toma de posición con respecto a qué se incorpora y
qué se deja afuera en un universo de lecturas. Supone una de las maneras
posibles de recortar los textos desde diversos criterios de valor condicionados
por cada contexto histórico y sociocultural.
Desde el punto de vista
literario, el canon en sus orígenes se caracterizó por su carácter preceptivo, de
norma o vara que decide qué es lo que se considera valioso para ser leído.
En la tarea de consagrar o dejar
afuera, subyace una serie de definiciones sobre qué se considera arte en cada
momento.
Es posible tomarlo y pensarlo
como un vehículo para complejizar las ideas sobre literatura tal como plantea
María Teresa Andruetto: (…) “porque es siempre dialéctica la relación entre lo
canonizado y lo no canonizado en una cultura y ese movimiento permanente, hace
que los que están fuera tiendan a ocupar el centro y pugnen por insertar sus
modelos desplazando a otros que están dentro, porque no existe centro sin
periferia y “lo literario” en cada caso, tiempo y lugar, precisa de lo “no
literario” para definirse. De modo que todo canon necesita de la amenaza exterior,
de donde provienen las reservas de la literatura que vendrá.”
En el artículo de Andruetto, la
autora aboga por la apropiación y formación de cánones por parte de los
lectores afirmando que “cada lector construye su canon, más allá de lo que
canonicen la academia, la escuela o el mercado”.
El mercado editorial y la escuela
en la actualidad son las instituciones que más inciden en la formación de
cánones de libros destinados a niños y jóvenes.
Aunque los procesos de
canonización son complejos y contradictorios ya que siempre hay movimientos de
los márgenes al centro y viceversa, en la literatura infantil y juvenil
refuerzan la tendencia a la instalación en lo conocido. Cuando eso ocurre, la
repetición de autores, textos, géneros o estéticas, muchas veces apoyada en
ciertos criterios de mercado que privilegian lo que ya ha garantizado éxitos de
venta y dejan de lado aquello que plantea riesgos, obstaculiza la apertura del
canon a textos que apuestan a la experimentación, a búsquedas estéticas
innovadoras.
A la tendencia antedicha se le
agregan los prejuicios que predominan en muchas representaciones sobre los
jóvenes como lectores a quienes se termina destinando una suerte de literatura
ad hoc. Los editores y autores que se limitan a esta literatura “a medida”
terminan excluyendo del canon de lo considerado juvenil a mucha literatura que
si bien no fue escrita pensando en los jóvenes como público lector tiene la
potencia y la calidad que ellos merecen como receptores estéticos de la misma
categoría que el resto de las edades lectoras.
La institución escolar es un
escenario donde se juzga qué textos se pretende que lean las nuevas
generaciones. El concepto de enseñanza no tiene que ver sólo con lo explicitado
en los currículos sino sobre todo lo que ocurre en las reales situaciones de
lectura.
La selección de
textos como práctica atravesada por múltiples mediaciones
Cuando se trata de destinatarios
infantiles esta labor de mediación es más delicada ya que se trata de elegir en
nombre de otros y para otros que por su trayectoria vital y por su lugar en la
organización social aún no se han apropiado de la posibilidad y el derecho de
elegir por sí mismos o están en camino a hacerlo, con la pretensión de que
aprendan a elegir.
La selección de textos es una
práctica cultural, sobre la que podemos reflexionar y actuar críticamente,
decidir e influir protagónicamente en los procesos políticos y culturales que
tienen que ver con la puesta a disposición democrática de los textos, ampliar
nuestros derechos como lectores y no quedar capturados por las decisiones de
otros que definen qué se lee, cuándo, cómo y dónde. Muchas veces la provisión
por parte del Estado se hace necesaria en zonas castigadas por la exclusión
económica y social, esto no quita que los mediadores junto con las comunidades
interesadas generen iniciativas autónomas que hagan crecer tales dotaciones.
Toda elección a cargo de un
mediador es una práctica que está atravesada por las elecciones de otros
agentes.
La asimetría que caracteriza la
mediación de la literatura infantil se hace presente en las múltiples
intervenciones de adultos que participan de los diversos procesos de selección.
Lo asimétrico es un revelador de
qué visiones de niño, de literatura y de lector adoptan quienes eligen lo que
se desea que sea leído por la infancia. En tales visiones se puede dirimir si
la distancia entre las experiencias de vida y conocimiento que caracteriza a la
relación adulto- infancia es pensada por el primero como una ocasión de control
y subestimación de las posibilidades de la infancia o, por el contrario, como
la encarnación de formas diferentes y peculiares de leer el mundo.
Ninguna elección es absolutamente
libre o neutral: siempre está precedida o influida por decisiones que otros han
tomado.
En el plano del mercado editorial, en los casos de
líneas de distribución desiguales que favorecen a unos sectores y no a otros la
consecuencia es la exclusión de muchos lectores, visible en la focalización de
la atención en las grandes ciudades en detrimento de las más pequeñas o de los
pueblos alejados de las metrópolis.
Los catálogos de las editoriales
también son una evidencia de la puesta a disposición o su contrario de una gran
cantidad de textos. En ese sentido es llamativo cómo la producción de una misma
editorial se diferencia en las filiales de distintos países, a veces limítrofes
en el caso de América Latina y entonces sucede que los lectores de un país de
habla hispana no tienen acceso a títulos que la misma editorial distribuye, por
ejemplo, en el país vecino. Una situación similar viven muchas ediciones de
autores latinoamericanos cuyos libros no son conocidos en España porque las
casas matrices no distribuyen allí los textos que son editados en sus
sucursales de América Latina.
Si nos detenemos en lo que sucede
con textos en otras lenguas, vemos que las políticas de traducción por parte de
las editoriales son también una clave para considerar la posibilidad de acceso
a determinados autores o textos. La omisión de su traducción y publicación en
editoriales de otras lenguas supone un obstáculo al ensanchamiento de un
horizonte de lecturas, además de impedir un diálogo más rico y necesario entre
las producciones artísticas históricas y contemporáneas.
En nuestra propia lengua opera la
tendencia a excluir las variantes locales a favor de una suerte de
“neutralidad” del español lo cual lleva a adaptar y modificar los giros que
singularizan a la lengua de su región dadas las supuestas trabas de los
regionalismos lingüísticos. Esta tendencia a la homogeneización lingüística
implica de por sí un proceso de selección que excluye a los lectores de la
posibilidad de encontrarse con los modos peculiares de hablar y escribir el
español en las distintas geografías.
No se puede elegir aquello que no
está disponible.
En el artículo “Final del juego,
el libro llega a las manos del lector”, la autora argentina Ema Wolf describe
las estrategias de comercialización y revela hasta qué punto muchos de los
condicionamientos previos a la selección por parte del destinatario final, el
lector, están dictados por las exigencias y variables del mercado.
Una de ellas, el carácter efímero
de las novedades, determina a veces cruelmente la posibilidad de acceso de los
lectores a textos que, por distintas razones, no llegan a sobrevivir más de un
mes en las estanterías.
El libro que no se vende en la
primera semana no permanece más de un mes en la estantería. Un editor muy importante,
al cabo de un año probablemente lo salde con rebajas de hasta el 60 %. La
suerte de otros depende de algún hecho fortuito (película, escándalo, revival,
Nobel para el autor) que los vuelva a poner en circulación. Por supuesto, hay
títulos más duraderos (long seller) que no es necesario exhibir de manera
permanente.”
“El chico raramente entra solo a la librería,
a menos que sea un lector frecuente, ya independizado del consejo del adulto.
Al sector infantil llegan los padres con sus hijos, los docentes y los
compradores de regalos de cumpleaños. En este panorama el rol del librero sigue
siendo fundamental.
El adulto más informado puede no
pedir el libro por su título sino por su autor (“Déme algo de Fulano”). Otros
optan por comprarle al chico un clásico que ellos leyeron en su infancia,
aunque quizás ya ferozmente condensado. La mayoría pide asesoramiento al
librero: le cuentan cómo es el chico para que los oriente. Si van con él, es
probable que lo disuadan de llevar lo que eligió y lo convenzan de llevar otra
cosa: más “literaria” o “más para su edad”.
Dentro de las múltiples
mediaciones entre la literatura y los lectores de literatura infantil y
juvenil, la crítica juega un rol que complejiza la intermediación ya que
involucra a los mediadores adultos como destinatarios de su producción.
Implícitos y
consensos acerca de cómo debe ser un libro para niños:
Toda selección supone en quien
elige una serie de valores, implícitos, representaciones, teorías, conceptos
acerca de la literatura infantil, los niños y la lectura. Tales ideas y
representaciones no son propiedad exclusiva de los individuos sino producto
también de un grupo social en un momento histórico dado. Existen normas
socialmente instaladas que pretenden indicar las características e incluso las
restricciones que un libro para niños debería respetar.
Hay que desmantelar tales
normativas en su carácter de verdades para aproximarnos a los libros y a las
prácticas de lectura literaria infantil dejando de lado esquemas perceptivos
preestablecidos y heredados como únicos posibles.
A un libro para niños se le
exigen socialmente requisitos, “restricciones”, en el sistema de los libros
infantiles, tales restricciones devienen de su vínculo histórico con el sistema
educativo y de su posición inferior respecto de la literatura para adultos.
Los dos principios que rigen la
introducción de los textos dentro del sistema de libros infantiles son: “... un
ajuste del texto para hacerlo apropiado y útil para los niños, teniendo en
cuenta lo que la sociedad considera (en cierto punto de la historia) como
educativamente bueno para ellos, y un ajuste en la trama, caracterización, y
lenguaje a la percepción social predominante de las habilidades de los niños
para leer y comprender.” Según el período histórico, uno de estos dos
principios (uno más ligado a cuestiones de contenido relacionadas a la
formación moral y cívica del lector; otro al ajuste del texto según lo que se
considera el nivel de comprensión de los niños) ha prevalecido sobre el otro en
diferente medida.
Implícitos que intentan regir la
selección de los libros infantiles. Reflexión:
Exigencia de “lo
familiar”. Repetición de modelos literarios preexistentes:
A los libros para niños se les
suele exigir que remitan, en cuestiones de contenido /procedimientos
literarios, a aquello que se considera “familiar” o “cercano” para el niño.
Esto supone la repetición de
modelos existentes, que se presumen conocidos por los niños, lo que implica,
restringir las posibilidades de innovación, de experimentación dentro de los
libros infantiles. Una tendencia a la repetición, a la homogeneidad y a la
conservación de lo ya instalado y aceptado como válido en la sociedad, como
modelo exitoso y vendible en el mercado de libros infantiles.
Este supuesto de “lo familiar” al
niño, se inscribe en un principio educativo: “partir desde los saberes previos
del alumno”.
Kieran Egan, filósofo de la
educación canadiense enumera cuatro razones por las que este principio
pedagógico resulta cuestionable:
“Primero, si éste es un principio
fundamental del aprendizaje humano, no existe manera de saber cuándo comienza
este proceso. En otras palabras, cuándo se sabe qué es lo que el alumno sabe.
Segundo, si la novedad es el
problema del aprendizaje humano, muchos objetos de conocimiento estarán
desconectados con lo que ya se sabe; sin embargo, reducir la cuota de novedad
de lo que se enseña no resuelve el problema del aprendizaje, y si pudiésemos
manejar cierta novedad, ¿por qué no podemos manejar más? (...)
Se asume que lo que los niños
aprenden primero y mejor son los detalles de su propia vida cotidiana. Esto es,
se asume que el pensamiento de los niños es simple, concreto, y se articula con
su propia experiencia local. Pero (…) los niños también poseen imaginación y
emociones y éstas también los conectan con el mundo...”
Podemos, así, cuestionar “lo que
los niños pueden”, “lo que los niños saben” y de su contratara: cómo saber de
antemano lo que los niños “no pueden” o “no saben”.
Esto supone un gesto de feroz
achicamiento del corpus que ofreceremos a los lectores. Confiar en las
posibilidades imaginativas de los niños para manejar lo novedoso para construir
y pensar mundos posibles, significa por el contrario abrir el canon de lecturas
introduciendo la mayor variedad de géneros, autores, libros nacionales
(conocidos y no tan conocidos) y extranjeros, contemporáneos y clásicos, etc...
A menudo se hace hincapié en la
obligación de pensar la selección de los textos en términos de “necesidades” o
“expectativas” de los niños. Así, incluso, pareciera que existen libros para
cada necesidad y/o realidad personal o social atravesada por el lector.
Cuando hablamos de atender a las
necesidades del lector, ¿no estaremos encerrando a los lectores en un
casillero?
Un gesto de apertura hacia lo
desconocido, lo exótico, lo ajeno puede tener sus dificultades a la hora de
revisar la oferta editorial. La selección de los textos se suele investir de
una búsqueda de aquello que no suele aparecer en la primera fila de los estantes
en las librerías, ni es ofrecido por los promotores editoriales en las
escuelas. Estar atentos a los catálogos de las editoriales, especialmente de
las pequeñas, transitar librerías de viejo, estar al tanto no sólo de las
novedades sino también de las viejas ediciones, incluso de libros que ya han
sido descatalogados, consultar publicaciones especializadas para conocer
autores actuales y de otras épocas, títulos, incluso editoriales forma parte de
una tarea donde los mediadores hemos decidido tomar las riendas de nuestras
elecciones.
La ilustración “para
niños”
Cuando se trata de seleccionar un
libro ilustrado muchas veces se escucha mencionar adjetivos como “coloridas” y
“claras” en relación a las imágenes.
Como sucede con los textos,
también en las ilustraciones la exigencia de “lo conocido” puede derivar en la
repetición y el estereotipo. Lo que deviene en un fuerte rechazo a estéticas
novedosas que tiendan a salirse del molde de lo consensuado como “infantil” en
una ilustración.
La simplicidad y la
sencillez
En consonancia con la exigencia
de “claridad” en las imágenes, en los libros para niños se suele valorar ante
todo la simplicidad y la sencillez. Es frecuente escuchar que un libro no es
dado a leer a un grupo de niños por ser considerado “muy difícil”, “complejo”,
“poco claro”. El problema aquí radica en las representaciones de los lectores
infantiles que se están manejando. Se parte de una concepción deficitaria de
los lectores.
De este modo, muchos libros son
descartados de la selección porque no se los considera accesibles para niños
“poco lectores”, por lo general niños que pertenecen a grupos sociales
desfavorecidos. Es un gesto antipedagógico dado que la limitación es impuesta
por el propio mediador hacia ese grupo de niños.
La complejidad en la literatura
infantil deviene en un disvalor. Todo debe ser simple: la caracterización de
los personajes, la estructura narrativa, incluso los temas abordados. Esto trae
como consecuencia, particularmente en el caso de las adaptaciones de los
clásicos, la eliminación de una serie de recursos literarios considerados
difíciles, incomprensibles para el lector infantil, tales como: la parodia, la
ironía, la sátira, el uso de figuras retóricas, los finales abiertos y
cualquier atisbo de ambigüedad o incertidumbre en los personajes, la trama
narrativa o el desenlace de la historia.
De esta exigencia de
“simplicidad” y “comprensibilidad” muchas veces deriva una multitud de textos
escritos para lectores altamente subestimados en sus capacidades intelectuales.
Según este modo de concebir los libros infantiles “lo indefinido” debe ser
definido, lo ambiguo debe transformarse en certeza, el enigma en verdad y la
pregunta en una única respuesta.
Buen ejemplo de este afán por la
sencillez y la “claridad” son muchas de las adaptaciones de clásicos
infantiles, las cuales poco dejan en pie de la riqueza literaria del libro
original, en pos de una feroz simplificación de los textos. Una novela de
treinta y seis capítulos como Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi se ve transformada
así en un mal cuento de diez páginas; eliminándose por supuesto todos aquellos
capítulos que contradigan los principios que venimos enunciando aquí.
El humor en el libro de Collodi,
como en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, recurre a la sátira, su
blanco es el poder político, su objetivo poner en ridículo y denunciar la
realidad de un mundo injusto que coloca a las víctimas en el papel de los
delincuentes.
La tijera de los adaptadores,
obediente a los criterios de sencillez, borra capítulos completos donde los
temas resultarían “poco adecuados” para los niños. Así los cuatro viajes de
Gulliver se ven reducidos a sólo dos y la magistral obra en donde Jonathan
Swift satiriza y cuestiona las clases en el poder, la civilización y el imperialismo
europeo, la especie humana en su conjunto, se ve convertida en un simpático
libro de aventuras con enanos y gigantes. En el caso de Gulliver, se podrá
decir, estamos hablando de un libro para adultos y la adaptación se vuelve
necesaria, sin embargo la mayoría de las versiones que llegan a los niños de
este libro no sólo atienden a la preocupación de aproximar al lector infantil
la gran obra satírica de Swift, sino más bien a representaciones altamente
estereotipadas acerca de cómo debe ser un libro para niños. O si no ¿cómo se
explica que por ejemplo en muchas de las adaptaciones Gulliver en lugar de
orinar sobre el palacio real de Liliput, el personaje recurra a un balde de
agua de mar?
La simplicidad
también en el lenguaje
La exigencia de simplicidad suele
extenderse al propio lenguaje. En relación con estos supuestos Teresa Colomer
señala “El lenguaje debe ser simple. Lo que se exige en la literatura infantil
es una elaboración asociada al concepto didáctico de incrementar el
conocimiento lingüístico de los lectores, especialmente en lo referente a la
adquisición de vocabulario. Esta elaboración léxica tiene que compaginarse, sin
embargo, con una gran sencillez, a menudo ejercida en los restantes niveles
lingüísticos, dirigida a la facilidad de comprensión...”
Precisamente, se pone en
evidencia el temor del adulto frente a la posible incomprensibilidad del texto
por parte del lector infantil. Se parte de una representación deficitaria del
lector, en relación con la edad del niño, o considerados “poco lectores” o con
poca experiencia cultural por lo general debido a su extracción social.
Así, mucha de la mejor literatura
para niños queda afuera.
No debemos caer en el error de
concluir que la sencillez de un texto sea necesariamente un disvalor. Pensamos
por ejemplo en libros de gran riqueza literaria y plástica como Historias de
Ratones de Arnold Lobel, Trucas de Gedovius o Del otro lado del árbol de
Mandana Sadat. Claro, que la aparente sencillez de estos libros puede ser
también discutida.
Adecuación a la
moral imperante
También deben ser apropiados
según lo que la sociedad en un momento histórico considera “bueno” para los
niños. Suele pedirse a la literatura infantil que se adecue a la moral
imperante, y en lo posible que la transmita. Los libros para niños no pueden
contradecir las normas y los valores sociales en vigencia. Y si sirven para
enseñarlos, mucho mejor.
Respecto a este tema Graciela
Montes en su artículo “¿Qué quiso decir con este cuento?” ironiza:
“Lo cierto es que, con todas las
recomendaciones, podríamos hacer una especie de Manual del buen escritor para
niños, que contendría exigencias tales como: que sea ameno pero sencillo, que
se anime con los grandes problemas, pero, eso sí, que deje un mensaje de
esperanza, y, sobre todo, que tenga un final feliz. Nada de demasiado miedo, ni
de demasiada excitación y, sobre todo, que no vaya a producir angustia; que no
haya chicos que vuelan, porque puede inducir al lector a tirarse por la
ventana, y que no haya venganza para no estimular los sentimientos crueles...
Ah, y, por favor, que no sea demasiado largo. Y si de paso puede dejar alguna
enseñanza, tanto mejor.”
De una concepción se desprende
toda una línea muy de moda, aquella que recurre a los libros infantiles con el
objetivo de transmitirles valores. Así se eligen libros no por su valor
literario o artístico, sino por la razón de que a través de ellos sería posible
enseñar determinado valor moral a los niños. Se parte de una idea totalmente
discutible: los libros generan conductas positivas (o negativas) en sus
lectores; así por ejemplo, si un libro habla de la solidaridad es posible que
mediante un mecanismo de identificación el lector se transforme en un individuo
solidario.
“...nadie corre a buscar un balde
de agua cuando lee el relato de un incendio.”, señala Graciela Montes.
De esta obligada adecuación a los
valores y creencias vigentes devienen gestos que bajo el nombre de “selección
de textos” se transforman en actos de censura. Así multitud de libros para
niños no son publicados, o dejan de circular en el mercado, o bien son
rechazados por los padres, maestros o bibliotecarios por contener alguna
palabra soez, por tratar un tema “urticante”, por no respetar cuidadosamente la
figura de los padres, por contener algún contenido considerado negativo: la
venganza, el engaño, la mentira, etc... etc... Por supuesto el pensamiento
políticamente correcto opera claramente en este sentido.
La existencia de temas tabúes en
la literatura para niños entre los que podemos nombrar el dolor, la muerte, la
enfermedad, el sexo y la pobreza entre otros, ha llevado a muchos creadores,
editores y mediadores a pensar en la necesidad de tratar dichos temas. De allí
que la transgresión en algunos casos pareciera ser un valor en sí misma, y el
progreso de los libros para niños aparece ligado al tratamiento de determinados
contenidos, considerados como prohibidos o conflictivos en la literatura más
convencional. El tratamiento de determinados temas es poner el foco en
cuestiones extraliterarias e ignorar por lo tanto al libro como literatura,
como objeto de arte. En palabras del autor David Wapner “El tabú mayor para la
literatura para niños sigue siendo la literatura.”
La selección de
textos y los prejuicios sobre las edades de los lectores
Una cuestión propia de los libros
infantiles y juveniles son las representaciones adultas sobre aquello que se
considera adecuado o no para niños, es el tema de las restricciones por rangos
de edades.
La evidencia rotunda de que, en
líneas generales no leen del mismo modo un niño de tres años, que uno de siete
o de doce. Son posiciones que termina excluyendo a los lectores que se salen de
los límites de lo sugerido en las recomendaciones paratextuales de los propios
libros.
Las fórmulas que aparecen en
tapas o contratapas para señalar los agrupamientos de edades sugeridas son
variadas y en sus giros más o menos explícitos, en algunos casos buscan moderar
cierta idea de control que podría desprenderse de una obediencia extrema a la
propuesta de compartimentación etaria de los lectores.
La idea de que la niñez está
fragmentada en una serie de etapas relacionadas con edades específicas proviene
de una lectura rígida de las teorías cognoscitivas de Piaget sobre la evolución
del conocimiento en la infancia.
Esto es adoptado y adaptado con
variantes por algunas propuestas editoriales, mientras que otras prefieren
prescindir de esta fragmentación ya que consideran que es limitante de las
posibilidades y libertades lectoras.
Los niños realizan
interpretaciones complejas y hacen asociaciones que superan las expectativas
previstas por esas etapas. Perry Nodelman considera que se podría discutir si
estas etapas no “son impuestas culturalmente”.
La selección de los
textos y su importancia en la formación de los lectores
La selección de los textos es una
de las cuestiones claves en relación con prácticas de lectura y escritura
ligadas a la formación literaria de los lectores. En el contexto escolar la
selección de los textos implica un propósito pedagógico. Cuando hablamos de
“propósitos pedagógicos” no nos estamos refiriendo a aquellas prácticas de
lectura literaria en las cuales el texto actúa como mero vehículo de
transmisión de contenidos curriculares. Esa forma de “escolarización” de la
literatura infantil es una de las tantas formas en las que el libro infantil ha
sido desprovisto de su naturaleza artística y literaria.
Nos referimos a la intención
pedagógica del maestro que elige un libro para leer literatura con sus alumnos,
para afinar en un trabajo continuo la capacidad de los niños de descubrir los
complejos mecanismos de significación puestos en juego por los textos
literarios durante su lectura. Cuando se elige un texto para leer o dar de leer
a los alumnos se tendrá en cuenta las posibilidades de lectura que ese texto
puede brindar. Sabiendo que es imposible anticipar todas las posibilidades de
lectura de un texto, que siempre habrá lecturas inesperadas, ingresos al libro
que el mediador no había previsto. Sin embargo, es importante saber escuchar
ese libro, imaginar cuáles son las lecturas que ese libro favorece, de qué modo
ese libro en particular invita al lector en su tarea de construcción de los
significados...
¿Qué está proponiendo ese libro?
¿Cuál es su retórica? En otras palabras, en la selección de un texto para una
práctica de lectura literaria la mirada del mediador puede detenerse en los
aspectos constructivos de la obra. Se indagaría también en cómo determinados
sentidos surgen de la combinación de procedimientos literarios y artísticos en
diálogo con todos los elementos que conforman el libro (texto, ilustraciones,
edición, diagramación...).
Las situaciones sociales de
lectura literaria, las conversaciones sobre libros tienen como necesario umbral
a la selección. Es desde allí donde el oído del mediador comienza a trabajar.
En el capítulo “La elección del
texto” del libro Dime, Aidan Chambers reflexiona sobre el acto de elegir como
antesala de las conversaciones literarias:
“Antes de que podamos conversar
sobre un libro necesitamos haberlo leído; antes de que podamos leerlo,
necesitamos elegir un libro que leer. Y porque el libro que elijamos contendrá
las potencialidades de nuestra conversación – temas a tratar, ideas, lenguaje e
imagen, incitadores de la memoria, etcétera – su elección es una actividad de
mucho valor. Aquellos que eligen están ejerciendo un poder”.
Esta última afirmación es muy
interesante para reflexionar sobre cómo alejarse de posiciones extremas a la
hora de elegir por otros y con otros; nos referimos al autoritarismo o a la
demagogia. Es decir, al control absoluto por parte de las instituciones o
mediadores adultos acerca de lo que se elige o su contrario también nocivo: la
cesión total a los niños de las decisiones sobre el material de lectura sin
ninguna intervención orientativa por parte del mediador. En ambas posturas se
esquiva la responsabilidad de la transmisión de saberes que implica la
selección, sobre todo en contextos de formación de lectores.
Sobre esta cuestión Chambers está
a favor de la flexibilidad del mediador. Por eso propone:
“Ser tan abierto y honesto como
se pueda. Confiar en la capacidad y disposición de los niños para valorar por
qué la maestra piensa como lo hace. Esto provocará discusiones, en sí muy
útiles, sobre las razones, de ellos y de la maestra, para aceptar o rechazar un
libro y sobre cuántas de sus elecciones deben incluirse”.
Como ejemplo de la riqueza que
deviene de una postura flexible, Chambers dice que a veces la inclusión de un
libro elegido por los niños, permite mostrar la buena disposición de éste a
respetar los gustos de los lectores infantiles. Puede suceder que el docente
descubra que el libro es más interesante de lo que suponía o también que los
propios niños adviertan que no todo libro que los entusiasma es valioso a la
hora de discutir sobre él.
En el mismo capítulo Chambers
comenta experiencias de prácticas concretas donde docentes seleccionan libros
para otros colegas que recién se inician en la docencia. Lo hacen a partir de
consignas disparadoras que proponen tener en cuenta para elegir algunos elementos
constructivos de los textos (tales como los diversos modos de narrar, por
ejemplo). Lo interesante, plantea el autor, no es tanto las listas de libros
que se obtienen como resultado sino la discusión y reflexión suscitada durante
el propio proceso que, por otra parte, sitúa a la selección como una tarea
estrechamente vinculada con la práctica concreta.
Para lo leído y mi comprensión el canon literario es un proceso de elección y e igual una toma de posición con respecto a qué se incorpora en las lecturas y qué se deja afuera en un universo de lecturas, que se encuentran en textos diversos con criterios de gran valor condicionado por cada contexto pueden ser los histórico y sociocultural que se lleguen a presentar. Ya que para esto desde años anteriores se representaba por su carácter preceptivo para esto subyace una serie de definiciones. Si existen canos para libros juveniles e infantiles pero una cuestión propia de los libros infantiles y juveniles son que las representaciones adultas donde vienen o se consideran no adecuado para su edad y no son para niños el tema de las restricciones por rangos de edades. Para esto entran los mediadores que son los que toman un papel fundamental y presencial son maestros que crean lazos especiales encaminados al disfrute de la literatura y la comprensión del discurso literario. formar lectores literarios competentes requiere de lecturas de calidad literaria, se decide averiguar si la experiencia lectora del mediador se relaciona con los libros que muestran a sus alumnos.
ResponderEliminarCabe recalcar que el canon es un proceso de elección de carácter preceptivo, que decide qué es lo que se considera valioso para ser leído, tambiçen hay cánones en la selección de libros infantiles y juveniles donde el mercado editorial y las escuelas son instituciones que inciden en la formación de cánones de libros destinados a los niños y jóvenes; el proceso de canonización es complejo y contradictorio ya que siempre hay movimientos de márgenes del centro. Esta literatura infantil y juvenil refuerzan la tendencia a a instalación en lo conocido y cuando esto ocurre la repetición de autores, géneros y textos apoyada con criterios del mercado garantizan los éxitos de la venta y dejan de lado los que plantean riesgos, obstaculiza la apertura del canon a textos que apuestan a la experimenta, a búsquedas estéticas innovadoras. Cuando se trata de lectores infantiles, el labor de la mediación es más delicado ya que se trata de elegir en nombre de otros y para otros que por su trayectoria y organización social aún no se han apropiado de la posibilidad y el derecho de elegir por sí mismos o están en camino a hacerlo, por lo tanto el papel del mediador es muy importante, toda acción a cargo de éste es una práctica atravesada por las elecciones de otros agentes donde la crítica es un rol que complejiza a intermediación pues involucra a los mediadores adultos como destinatarios de su producción.
ResponderEliminarInteresante documento el como seleccionar un libro para niños, de acuerdo a lo leído un canon es un conjunto de obras y actividades lectoras, teniendo como objetivo el desarrollo de habilidades y comprensión; son originales, se dice que son obras que siempre están vigentes, dicho de otra manera son el modelo a seguir, son obras que se enseñanza en planes educativos. Para la selección de libros tiene que ver con las costumbres y creencias de la sociedad, para que edades es la lectura es algo que un mediador debe tomar en cuenta, también en la literatura infantil se crean textos que se vendan con mayor frecuencia, los textos deben ser creativos, tener ilustraciones para llamar la atención del lector. Él mediador es el encargo de observar que tipo de textos son adecuados, según su edad y costumbres.
ResponderEliminarDentro del texto nos habla del canon teniendo orígenes que lo caracterizan por su carácter preceptivo , pudiendo ser un listado o catalogo que forman parte de un conjunto de libros literarios clásicos, y sean considerados valiosos por ser leídos.
ResponderEliminarAhora en la actualidad son las instituciones las que mas intervienen en la formación de cánones de libros diseñados para niños y jóvenes, a pesar de que este proceso es complejo en la LIJ se refuerza la intención de instalación , esto se vera en la repetición de autores ,genero etc.
En tanto al mediador es referido a todo es aquel que se encarga de la elección que tiene en la practica en las que se ve atravesada en la elección de agentes , haciéndose presente en la intercesión de adultos que participan en diversos procesos , teniendo así mismo el mediador tiene relación con el canon de LIJ por la critica que juega un rol que complejiza la intermediación , ya que viendo involucrados a los mediadores como destinatarios de su producción.
Esta lectura cuenta con mucha información de suma importancia y muy concisa. Por lo cual los puntos que en mi opinión destacaron más son los siguientes.
ResponderEliminarLa palabra canon proviene del griego Kanón que significaba caña o vara de medir, por ello su significado deriva en regla, modelo o prototipo; caracterizándose por los criterios de selección con respecto a qué se incorpora y qué se deja afuera en un universo de lecturas. Siendo un punto clave el uso de herramientas flexibles que pueden entrar en diálogo con la lectura, teniendo en cuenta la soberanía y libertad de los lectores.
Existiendo una selección de libros infantiles y juveniles, el cual está cargo del mercado editorial y la educación siendo las instituciones que más inciden en la formación de cánones de libros destinados a este sector. Contando con mediadores los cuales tienen como actividad las múltiples intervenciones que participan en los diversos procesos de selección respecto a lo que se cree adecuado; según lo que la sociedad en un momento histórico considera “bueno” para los niños, ya que no pueden contradecir las normas y los valores sociales en vigencia. Sin embargo, la existencia de temas tabúes en la literatura para niños entre los que podemos nombrar el dolor, la muerte, la enfermedad, el sexo y la pobreza entre otros, ha llevado a muchos creadores, editores y mediadores a pensar en la necesidad de tratar dichos temas.
Habiendo considerado el texto leído “claves para la selección de libros infantiles y juveniles”, el cual me pareció muy interesante ya que especifica como se caracterizó el origen el canon literario a través de una perspectiva valiosa al momento de ser leído, también pude percatar que cuando se realiza una labor mediante aclaramientos es considerado un arte en cada instante. Asimismo, en la selección de canon en los libros infantiles, así como los juveniles, se dice que hay dos grandes influentes el primero son las escuelas y el segundo son las editoriales, estos cánones se dan por cada lector ya que construye su propia búsqueda de innovación. Otro punto importante que se menciono es que al momento de seleccionar un texto se toma en cuenta la labor de un mediador, ya que tiene el cargo de una práctica que obstaculiza a las elecciones de diversos agentes y los tipos de textos adecuados.
ResponderEliminarLa información de este resumen es muy interesante sobre “claves para la selección de libros infantiles y juveniles”.
ResponderEliminarYo rescate la siguiente información que para mí es muy importante…
El canon desde el punto de vista literario, se caracterizó por su carácter perceptivo, de forma o vara que decide qué es lo que se considera valioso para ser leído. Todo canon en principio supone un proceso de elección y una toma de posición con respecto a qué se incorpora y qué se deja afuera en un universo de lecturas.
Esto me pareció un punto interesante “cada lector construye su canon, más allá de lo que canonicen la academia, la escuela o el mercado”.
Un mediador es una práctica que está atravesada por las elecciones de otros agentes que caracteriza la mediación de la literatura infantil se hace presente en las múltiples intervenciones de adultos que participan de los diversos procesos de selección.
La selección de textos es una práctica cultural, sobre la que podemos reflexionar y actuar críticamente, decidir e influir protagónicamente en los procesos políticos y culturales que tienen que ver con la puesta a disposición democrática de los textos, ampliar nuestros derechos como lectores y no quedar capturados por las decisiones de otros que definen qué se lee, cuándo, cómo y dónde.
El proceso de elección y una toma de posición con respecto a qué se incorpora y qué se deja afuera en un universo de lecturas.
(NCAM)Comprendiendo esta maravillosa lectura donde podemos aprender sobre la selección adecuada de textos infantiles y juveniles podemos resaltar que canon es un sistema de selección lectora que nos brinda algunos tipos de lectura que se pueden considerar de los mejores documentos , se le da este nombre por sus orígenes griegos , canon es considerado un buen expositor para libros infantiles y juveniles ya que expone buenos valores y representaciones implícitas para estos y son representantes de la mayor editorial expositora en tema para los canones , un factor importante en la lectura es que no es fácil la selección de las lecturas ya que como antes se menciona es un proceso muy vigoroso pues en este estado se presentan diversas barreras de mente abierta y cerrada , “valores” , religiones , modas , creencia que es bueno y que es malo etc.
ResponderEliminarEn cuanto al contenido de la lectura y mi comprensión, el canon literario es un proceso de selección, y también es una posición sobre el contenido de la lectura. El valor limitado de cada situación puede ser la historia y la cultura social presentadas.
ResponderEliminarPara los niños la mediación es más sutil porque implica tomar decisiones en nombre de otros y tomar decisiones por otros que aún no han elegido su elección y sus derechos debido a su trayectoria y organización social, por eso, el rol del mediador es muy importante. La crítica es un rol que complica el trabajo de mediación porque involucra a los mediadores. Los adultos son los destinatarios de su producción.
Canon es un proceso de selección donde se eligen determinados textos por academias para la elaboración de un corpus literario, me resulta importante pues la literatura es inabarcable y de esta manera podemos tener una guía de textos, sin embargo tiene sus pro y contra, cada lector decide si seguir un canon o no.
ResponderEliminarExisten cánones infantiles y juveniles en los cuales se exigen socialmente requisitos (restricciones) basadas en cultura, valores, creencias, estos cánones pueden ser dirigidos por un mediador que es el encargado de seleccionar los libros adecuados teniendo en cuenta los elementos que forman un libro; texto, ilustraciones, edición, diagramación, etc.
Es una información muy útil para los docentes en formación ya que estamos aprendiendo a abordar la lectura con estrategias innovadoras, que respondan a las necesidades actuales de nuestros futuros alumnos, para ello es necesario conocer la situación actual de nuestro mundo para poder preparar a los niños con habilidades que les permitan enfrentarlo, y sin duda la lectura propicia el desarrollo de numerosas habilidades mentales como el pensamiento critico, la creatividad, la reflexión, entre otras, y nos ayuda a ver alguna situación desde diferentes perspectivas y puntos de vista, es por ello que considero que los libros con los que los niños comiencen a adentrarse al mundo de la literatura deben ser elegidos de manera asertiva sin caer en repetir patrones que censuran su conocimiento, como lo menciona la lectura, cánones preestablecidos por los mediadores (padres, maestros, escritores, editoriales, etc.), sino al contrario poner atención a los intereses de los alumnos y probar con lecturas con un grado de complejidad cada vez más alto, para observar su capacidad de análisis ante distintas situaciones de lectura, en conclusión el papel del mediador debe ser el de facilitador de la información, o en este caso de libros que se requieran para satisfacer los objetivos de los lectores, y que les generen un reto tanto de vocabulario como de comprensión, y solo se puede lograr teniendo un vasto conocimiento sobre la estructura, la trama, el contexto, los personajes, etc. de diversos títulos para así poder saber como guiar a los niños en la lectura de textos complejos y de manera gradual.
ResponderEliminarMe podrían ayudar con la siguiente pregunta:
ResponderEliminar¿Existen cánones en la selección de libros infantiles y juveniles?
Bueno para dar inicio con la lectura lo que a mi opinión logre comprender fue que el conjunto de 2 piezas como lo son el canon y el proceso de elección forman parte fundamental de la lectura explorando muchos detalles y varias posiciones que en diferentes textos escritos a esto años atrás se mencionaba el carácter perspicaz que desde la ubicación asta la actualidad sigue siendo tema de referencia para este tema de libros juveniles e infantiles ahora hablemos de un punto algo más General o más fuerte que era las representaciones adultas donde vienen o se consideran no adecuado para su edad y no son para niños el tema de las restricciones por rangos de edades esa rama asta la actualidad se sigue creyendo que son de mejor manejo o los que mejor saben como explicar son los maestros ya que mediante su filosofía y su labor son los encargados de llevarnos por el camino de la lectura y la comprensión para la evolución del ser humano disfrutándolo de la mejor manera y es lo que se busca hacer ahora con tanta evolución de medios de comunicación como el ser humano a ser dependiente de ellos solo queda fomentar al máximo la lectura y mas a nuestros alumnos que son parte del futuro de México
ResponderEliminarLa selección de textos literarios alcancé a percatarme que el contexto escolar es el principal para el propósito pedagógico y que el propósito pedagógico no no se refieren aquellas prácticas de lectura literaria en las cuales el texto actúa como como conductor de transmisión de contenidos curriculares también entendí que los niños tienen la capacidad de descubrir los complejos mecanismos de significados propuestos en el juego para los textos literarios durante su lectura
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